Una biblioteca universitaria no se puede limitar a ser un espacio de investigación y consulta donde únicamente se consigue un buen material bibliográfico para lo que la academia exige. Una verdadera biblioteca debe ser, además de eso, un espacio de dispersión, de interdisciplinariedad, un lugar de cultura y magia donde los miembros de la universidad puedan expandir su conocimiento y dejar rodar su mente por los miles de mundos, realidades y verdades que están dentro de los libros. Una verdadera biblioteca debe ser un lugar donde surjan ideas, se conozcan pensamientos, se presenten autores y personajes, teorías y críticas, donde quien entra lo hace no sólo por deber sino también por gusto. La biblioteca debe ser la impulsora principal de la cultura, de la literatura, del arte, de la escritura. Debe generar en la comunidad la gran virtud de la curiosidad.
Una verdadera biblioteca hace que recordemos la historia, hace que revivamos leyendas, que indaguemos en el tiempo y el espacio, nos debe permitir romper las reglas de la física, de la lógica y de la naturaleza. Nos debe llevar a soñar, imaginar, a pensar. Debe permitirnos como en la Rayuela de Cortazar, pasar del cielo al infierno de un sólo brinco.
Considero pues, que la biblioteca de la universidad peca en ser un simple espacio de investigación y fortalecimiento académico, y que ha abandonado todas las otras virtudes que una biblioteca tiene, ya que en los años que llevo de estudiante jamás he visto que sea promotora de lectura, al revisar las secciones que corresponden a temas diferentes de los que se estudian en la universidad me he dado cuenta que no hay buenos libros, la bibliografía en literatura es muy esencial y no profundiza en autores ni en temáticas. Tampoco he visto que promueva el debate critico que puede existir entre lectores y mucho menos que sea un lugar donde se encuentre cultura y arte. Es sin duda una biblioteca que no se preocupa por ser un espacio de interdisciplinariedad y dispersión para los estudiantes.
En fin a la biblioteca de la universidad le hacen falta todos esos aspectos que no en vano llevaron a Borges a afirmar: “Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”.
Juan Francisco Soto Hoyos
viernes, 15 de agosto de 2008
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