Desde el inicio del semestre se ha sentido gran agitación entre los trabajadores de la universidad debido a la negociación colectiva propuesta por el sindicato desde el año pasado. En esta ocasión la Universidad del Rosario eligió como Comisión Negociadora, un equipo de seis abogados, quienes siempre tuvieron propuestas para desarticular la Convención Colectiva, y nunca consideraron ninguno de los puntos del pliego presentado por los trabajadores. La Universidad del Rosario a través de su Comisión Negociadora irrespetó desde el inicio a los trabajadores y negó varios derechos, entre otros el de tener en la mesa de negociación a sus asesores (derecho que se encuentra plasmado en la ley laboral). Este hecho empantanó la negociación por más de una semana. En las fechas siguientes se dedicó a mostrar los “beneficios” que podían tener para los trabajadores incluir cláusulas adicionales al pliego, tales como modificar la forma de contratación, ya no con contratos a término indefinido como lo expresa la Convención sino con cualquiera de las múltiples formas utilizadas por la Universidad. Se pretendía abrir la puerta para otras formas de contratación, en desmedro de los trabajadores y sin decir que con ello estuviese violando la Convención Colectiva.
La principal petición consignada en nuestro pliego, se concentró en pedir que los cinco trabajadores sindicalizados del Colegio de Arrayanes (que este año llega a su fin) fuesen reubicados en otra dependencia de la Universidad para que puedan continuar beneficiándose del derecho al trabajo. Sin embargo, las directivas a través de la comisión negociadora se negaron rotundamente y no han dado ninguna alternativa para ellos. Lo más preocupante es que esta negación la hacen aún sabiendo que cuenta con los medios para hacerlo, pues con frecuencia se están ofreciendo a través de las convocatorias lugares de trabajo los cuales podrían utilizarse para un simple traslado de los compañeros. Casualmente, la reubicación si la aceptaron con aquellas personas que venían del Colegio Arrayanes pero que aceptaron renunciar a la organización sindical.
La Comisión negociadora por parte de los trabajadores, no permitió que se resquebrajara la Convención y no quiso entregarle ninguna de sus cláusulas a la Universidad del Rosario, pues con algunas de sus pretensiones se hubieran visto lesionados los trabajadores que hoy están contratados y con otras, los que contratara de ahora en adelante. Esta defensa del futuro de los trabajadores motivó al doctor Germán Valdés, para calificarnos de “medievales” y “filántropos”, en una muestra de la grosería que existió por parte de la Universidad durante toda la etapa de negociación (ni siquiera ofrecían un vaso de agua a los trabajadores que negociaron el pliego).
Ante la perspectiva de un Tribunal de Arbitramento en el cual se pudiera revisar nuestra Convención, preferimos retirar el pliego de peticiones, con lo cual la Convención queda renovada automáticamente por seis meses. Debemos anotar que el despido de trabajadores por el cierre del Colegio de Arrayanes acabó con la mitad de los afiliados al sindicato, situación que nos llevó a fusionarnos con el sindicato SINTIES, que agrupa varias instituciones de educación.
Hoy solamente estamos afiliados 24 trabajadores del Rosario y estamos dispuestos a defender la Convención, pues ella está beneficiando tanto a los afiliados, como a los no afiliados, pues los beneficios que están consignados en ella, se han extendido a los demás trabajadores. Esta ha sido una excelente estrategia de la Universidad para desincentivar la afiliación al movimiento sindical por parte del resto de trabajadores.
Sindicato de Trabajadores de Instituciones de Educación Superior SINTIES.
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